Práctica 11. La educación en 2030


26 de mayo de 2030

La educación ha cambiado mucho desde que empecé en esta profesión, allá por el 2019. Recuerdo que, por ese tiempo, escribí una redacción para la asignatura de Innovación, Investigación y Uso de las TIC en Didáctica de la Lengua y la Literatura. La redacción consistía en contar cómo creíamos que sería la educación en 2030.
Siguiendo el consejo de mi maestro, me embarqué en la Tardis e hice volar mi imaginación. Viajé en el tiempo al futuro.
Pensé que existirían pantallas virtuales que permitieran a los alumnos almacenar toda la información. A cada niño le correspondería una de estas pantallas, que le acompañaría toda la vida, y en ellas iría guardando todos los conocimientos que iría aprendiendo. O, mejor aún, que desde que nacieran, se les implantara un chip en el cerebro que cumpliera todas estas funciones y les permitiera capturar momentos y guardar todos los recuerdos en vídeos a los que pudiera acceder sin esfuerzo, con solo pestañear.
Sin embargo, en 2030, la cosa ha evolucionado, pero todavía no tenemos chips mágicos que nos permitan recordarlo todo sin necesidad de estudiar. Quizá, por 2050, sea posible. Pero es indudable que la educación ha dado un giro de 360º.
En 2012, surgió la fiebre de la realidad virtual. Para poder entrar a ese mundo, se necesitaban unas gafas y un sistema virtual, siendo muy conocidas las Oculus Rift. No obstante, parecía que no estaba al alcance de todos y que era un proceso lento. Recuerdo que por 2018, fui a ver Ready Player One. Creía que ese era el futuro de los videojuegos, pero no tenía ni idea de que también fuera el de la educación.
Ahora, los adolescentes no aprenden por medio de libros, sino a través de gafas de realidad virtual. Ya no existen las clases convencionales. Los profesores nos ponemos las gafas y guiamos a los alumnos. Ellos también hacen los deberes por medio de esta realidad.  
En matemáticas, por ejemplo, los alumnos se convierten en aventureros que, para realizar sus ataques, tienen que resolver ecuaciones matemáticas (multiplicar para hacer daño y dividir cuando lo sufren). En historia, en vez de aprender historia con libros, viven la historia, la experimentan. En lengua, el último trabajo que les mandé fue que hicieran un cluedo virtual. Este se ambientaba en una casa y la misión que tenían era hablar con gente y, a través de sus diálogos y del código verbal y no verbal, adivinar si estaban mintiendo... No me gusta presumir de estas cosas, pero he de reconocer que no me suspendió ni uno. 

En fin, esto de las gafas tampoco es magia, los profesores tenemos que seguir trabajando y estar actualizados... Hablando de trabajar... Me marcho a programar mi próxima clase. 

Realizado por: Nerea Ruiz Arnau



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