Educación en 2030

En los últimos años se ha producido una revolución tecnológica que ha transformado por completo la sociedad. Las nuevas tecnologías están cada vez más presentes en la vida de las personas hasta tal punto que participan en la forma de relacionarse, en el desempeño laboral, en el tiempo de ocio e incluso en el proceso educativo. Teniendo en cuenta el avance incontrolable de éstas y la creciente accesibilidad a la información, el profesor como transmisor de la información está desapareciendo. Es probable que en el 2030 la principal tarea del profesor sea guiar a los alumnos en el proceso de búsqueda de la información, enseñar a filtrar la información, resolver dudas respecto al contenido y fomentar el pensamiento crítico.             

Todo parece indicar que se está avanzando hacia la creación de entornos interactivos que fomenten el aprendizaje colaborativo y prioricen las habilidades frente al saber académico. La globalización imperante, gracias al avance de las tecnologías y medios de transporte, está dotando de una especial importancia  al aprendizaje de idiomas. Casi con total seguridad, durante las próximas décadas, el dominio de lenguas extranjeras será un factor determinante y valor diferencial para la inserción laboral, obligando a transformar los sistemas educativos de los países.

Asimismo, el continuo incremento de estudios respecto a los factores clave para la mejora del rendimiento académico parecen relacionar el aprendizaje a las emociones. Es decir, no se puede aprender si no hay emoción y los profesores deben ser capaces de crear y dirigir la emoción para favorecer el propio proceso educativo. Gran parte del avance científico en materia de educación, a pesar de tener un respaldo teórico, no se está aplicando en las aulas. No sería de extrañar que en el 2030 los profesores estén más formados respecto a neuroeducación, otorgando una mayor presencia de la ciencia en las aulas, lo que facilitará la aplicación de los distintos avances educativos.

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